Desarraigos Ecológicos
ENCUENTRO CON ELIO BRAILOVSKY
TEXTO DE PAULA ALVARADO. FOTOGRAFÍAS DE FÉLIX BUSSO.
Antonio Elio Brailovsky se formó en economía, pero, cuando percibió que esta dejaba de ser una ciencia social para convertirse en una mera cuestión de negocios, se volcó a la historia económica. De ahí, la conexión con la ecología fue inevitable: «Me encontré con que los historiadores de economía se salteaban el vínculo con la naturaleza. En las fuentes originales se hablaba de qué le pasaba al paisaje, a la ciudad, al medio natural, y los economistas reducían todo eso al dinero. Así que fui a las fuentes para encontrarme con el medio natural y con el vínculo de las sociedades humanas con él», cuenta.
¿Cómo es la relación de la sociedad argentina con el medio que habita? El primer paso para entenderlo es leer Memoria verde – Historia ecológica de la Argentina, el libro que escribió junto a Dina Foguelman. Allí, la actitud extractivista y el bloqueo al desarrollo de economías regionales impuestos por la colonia, la victoria de los ganaderos comerciantes después de la Independencia y el nacimiento de Buenos Aires como un mero puerto, desconectado de la producción de materias primas, aparecen como raíces de inercias ambientalmente insostenibles que se arrastran hasta hoy.
Pero el principal problema, ya no de Argentina sino de la economía global estos días, dice, es el aceleramiento del mercado financiero:
«Hoy las empresas no están atadas a lo que producen porque lo que producen es dinero.»
En Memoria Verde, se habla de cómo la división social del trabajo en la Revolución Industrial llevó a la ultra-especialización («Los artesanos, capaces de hacer por sí solos un producto entero, fueron reemplazados por obreros que toman partes cada vez más pequeñas de un objeto que sienten cada vez más ajeno»), y que, llevado a la ciencia, esto dio lugar a una concepción fragmentada del mundo que no sirve para afrontar temas ambientales (para los que hay que integrar biología con ingeniería, agronomía con historia). Hoy se sigue estudiando economía sin hablar de recursos locales, de ambiente…
Argentina es uno de los pocos países del mundo en los que no se estudian temas de medio ambiente en todas las carreras universitarias: Derecho Ambiental es optativa en Derecho, Epidemiología Ambiental es optativa en Medicina, Toxicología de Plaguicidas no se estudia en la Facultad de Agronomía, y así sucesivamente. En las Universidades de todo el mundo, esto está integrado a las carreras. Es un marcado atraso de Argentina; de la política y del sistema académico local. Un colega me comentó que el Conicet formó comisiones interdisciplinarias para evaluar proyectos recién ahora, mientras que esto está recomendado en el Informe sobre el Ambiente Humano de Naciones Unidas desde 1972.
¿Cuál es la raíz de esta desconexión?
Es política. El conocimiento nunca es absoluto, está orientado por la trama de intereses que existen. Si hay intereses creados para que algo no se conozca, no se conoce. Así, como en la Universidad de Salamanca en España antes no se podía estudiar el Islam, en la Argentina no se estudia el ambiente. No se lo prohíbe, simplemente se lo omite.
El conocimiento nunca es absoluto, está orientado por la trama de intereses que existen. Si hay intereses creados para que algo no se conozca, no se conoce.
¿Es intencional la omisión o puede atribuirse a la ignorancia?
Los valores de nuestro sistema, el éxito, están centrados en el dinero. En otras sociedades, existían la religión, la familia, la solidaridad, la patria; en este momento, el único valor universal es el dinero. Y el sistema económico está pensado para el corto plazo. Uno puede coincidir o no con sus ideas, pero tipos como [Domingo] Sarmiento, [Bartolomé] Mitre o [Julio] Roca pensaban el país en términos de un siglo adelante; los políticos de hoy piensan en términos del mes que viene. El tema es que, aunque el mercado demande más de algo, la fotosíntesis sigue teniendo el mismo ritmo de siempre, los suelos se recomponen a la misma velocidad, los ríos tienen la misma capacidad de autodepuración. Los ritmos de la naturaleza y los de la sociedad se van separando cada vez más.
¿Esto no fue siempre así? Ya las colonias se planteaban como puntos de generación de riqueza rápida para los reyes y países colonizadores…
Sin duda, pero cambió la definición de «rápido». En este momento, los paraísos fiscales y los grandes bancos internacionales están distribuidos según los husos horarios. Cuando cierran los bancos en Buenos Aires, el dinero se transfiere a otro lugar en el que los bancos están abriendo; el dinero no duerme, da la vuelta al mundo mientras nosotros dormimos. Lo que antes pasaba en términos de años, ahora pasa en horas y minutos. Ninguna empresa está atada a lo que produce porque lo que produce es dinero. Un modelo en el que el mercado toma las decisiones es el peor modelo posible para el ambiente. Eso no quiere decir que un modelo en el que el Estado tome las decisiones sea bueno, pero uno en el que haya consulta a la sociedad, que esta intervenga, podría tener más paliativos. Para que eso pase, los temas ambientales tienen que estar dentro de los valores de la sociedad.
Hay poco arraigo afectivo con la conservación de la naturaleza. Hay arraigos a sitios pequeños: a mi barrio, a mi plaza, pero dificultad para extenderlo a territorios más grandes.
¿Y por qué cree que no lo están? ¿Será porque somos inmigrantes y llegamos a este país a hacer ‘minería’ de los recursos, a saquearlo? ¿O es el resultado de las políticas que se tomaron en los últimos 200 años?
A todos nos falta algún pedazo del rompecabezas para entenderlo, pero claramente hay poco arraigo afectivo con la conservación de la naturaleza, del territorio. Hay arraigos afectivos a sitios pequeños: a mi barrio, a mi plaza, a mi pequeño espacio, pero una dificultad para extenderlos a territorios más grandes. Siempre hubo una cosa de dominar la naturaleza y, al mismo tiempo, una ideología de que la ciencia puede, y si no puede ahora va a poder alguna vez. Un dato interesante es la actitud hacia las centrales atómicas. Cuando hacés cualquier refacción en tu casa, tenés que pensar en cómo vas a tirar la basura que hagan los albañiles, contratás un volquete, por ejemplo. Hace poco más de medio siglo se empezaron a construir centrales atómicas para producir electricidad, que generan una basura mucho más peligrosa que la que uno tira en un volquete, sin saber qué hacer con los residuos radioactivos. La idea es que la ciencia en algún momento va a resolver el problema, pero no si lo va a hacer cuando haga falta o si la solución va a ser accesible.
Esto está exacerbado por los medios locales, ¿no? Los únicos temas ambientales posibles son los inofensivos para sus anunciantes o para sus intereses…
En la universidad, una vez hicimos un trabajo práctico: durante un mes, tomamos medios de comunicación argentinos en Internet, de ideologías diferentes, de diferentes lugares, y los comparamos con otros de Colombia, Venezuela, Perú, Bolivia, México. Medíamos la cantidad de noticias ambientales, más allá de la ideología de cada medio, solo la presencia del tema. Había un abismo entre la diferencia de noticias ambientales en Argentina y en cualquier otro país. Por supuesto, un diario conservador las abordaba desde el punto de vista conservador y uno de izquierda las trataba desde los movimientos sociales, pero todos las trataban, varias veces más que cualquier medio argentino. Hace unos años hubo un fenómeno El Niño desastroso. Antes de que sucediera, estuve en Perú, y noté que durante meses, todo Perú estaba discutiendo El Niño. Hubo sesiones legislativas, se asignó un presupuesto para atender a los municipios que podían tener problemas, se hicieron obras, se trasladó población. Antes de que pasara, estaban discutiendo si las medidas eran las correctas, si los fondos eran adecuados. En Argentina, cuando llegó El Niño ese año, hubo desastres, por supuesto, y los medios dijeron: «Y, los científicos habían avisado que se venía un El Niño muy grande…».
En su libro dice que el desarrollo argentino respondió históricamente a necesidades extranjeras. ¿Cómo podría ser un país diseñado en base a necesidades propias?
Un plan económico sustentable tendría que poner por un lado el acento en el autoabastecimiento, evitando procesos de globalización donde uno gasta combustible en llevar cosas innecesariamente de un lado a otro, y trabajar sobre la durabilidad de los productos. La industria debería producir cosas que se puedan actualizar, reparar, modernizar, sin necesidad de tirar todo a la basura. Eso requiere de políticas públicas, porque lo rentable es que vaya todo a la basura. Se podría empezar por eso.
La idea del autoabastecimiento o la autosuficiencia tendría que ir acompañada de un cambio cultural, ¿no? Porque el éxito está asociado al acumular, no a la subsistencia…
Tenemos una cultura en la cual se trabaja más de lo que socialmente sería necesario para tener cosas que uno no necesita y que no tiene tiempo de disfrutar. Precisamos un cambio cultural que recuerde que el dinero es una abstracción. La luz del sol, el horizonte, las plantas, el aroma del pan recién horneado: esas no son abstracciones. ¿Estamos dispuestos a valorarlos? ¿Podemos? ¿Qué pasa con nuestro sistema educativo, nuestro sistema cultural? Obviamente uno no quiere un sistema de valores dictado por el Estado, pero tampoco uno dictado por el mercado.
Tenemos una cultura en la cual se trabaja más de lo que socialmente sería necesario para tener cosas que uno no necesita y que no tiene tiempo de disfrutar. Precisamos un cambio cultural que recuerde que el dinero es una abstracción.
Desde la publicación del libro hasta ahora, ¿hubo un avance en el interés por temas ambientales en Argentina?
Cuando uno habla con cualquier persona, el tema ambiental le interesa, le preocupa, está bien o mal informado. Los pobres saben que están contaminados y los ricos están preocupados por el cambio climático o porque no les contaminen el country, pero son variables que sí se tienen en cuenta en la sociedad. Los que no las tienen en cuenta son los que toman las decisiones; falta que ingresen a la agenda política, desde el reclamo.
Como ingresaron a través del reclamo las cuestiones relacionadas a la violencia de género o los derechos reproductivos… El tema es que los temas ambientales no generan movilizaciones, ¿por qué?
Tiene que ver con la inmediatez. «Ni una menos» es la mujer que murió ayer; el aumento de los casos de cáncer o el que los jóvenes tengan menos espermatozoides no tienen la urgencia del desastre. Pero cuando hay reclamo, hay respuesta. Un ejemplo fue el conflicto del subte cuando llegaron vagones que en España se habían descartado porque tenían amianto, que es un cancerígeno. Fue el movimiento social de los trabajadores del subte el que reclamó que retiraran el amianto de los trenes. Las cosas empiezan a pasar cuando hay gente que dice: «No quiero esto».
Tiene que ver con la inmediatez. «Ni una menos» es la mujer que murió ayer; el aumento de los casos de cáncer o el que los jóvenes tengan menos espermatozoides no tienen la urgencia del desastre. Pero cuando hay reclamo, hay respuesta.
El tema es cómo generar movilizaciones con temas ambientales que no son tan evidentes, como la contaminación del agua que tomamos todos los días.
Es que son fenómenos extraordinariamente complejos. Por ejemplo, los fenoles son un paquete de sustancias químicas que están en los residuos industriales y que se arrojan a los ríos. Las tomas de agua locales no tienen manera de filtrar este tipo de contaminantes. Los fenoles son tóxicos, pero, además, en la planta de saneamiento, al agua se le agrega cloro para matar bacterias porque al Río de la Plata se tiran las cloacas. A la planta, entra agua con químicos y con bacterias y sale agua sin bacterias pero con clorofenoles, que son mucho más tóxicos que los fenoles y probablemente responsables de una gran parte de los casos de cáncer de colon. Este es solo un proceso entre cientos, el problema es la tremenda complejidad de estos temas.
Y que cada vez hay menos tiempo para entender…
Las personas confían en que hay alguien ocupándose. Más en una sociedad que promueve la simplificación: hay que estar a favor o en contra, nunca hay tres posiciones, siempre dos. El tiempo para entender algo son los ocho minutos de un bloque televisivo y, después, «Vamos a otro tema», pero hay cosas que necesitás años para entenderlas.
¿Cuáles son los asuntos más urgentes de la agenda ambiental hoy?
El hilo conductor de todo es el agua, y no solo en términos de contaminación. El cambio climático significa que va a haber menos precipitaciones en zonas áridas y semiáridas, y más en las húmedas. Vamos a tener inundaciones en los lugares que alguna vez se inundaron y sequías en donde alguna vez las hubo. En San Juan, Mendoza, La Rioja, Salta, va a haber que establecer una contabilidad maniática del agua porque va a faltar. Por eso es tan irresponsable el conjunto de proyectos mineros que se están planificando para la cordillera, incluyendo algunos que implican la destrucción de glaciares: van a significar escasez de agua para las ciudades. También son irresponsables los procesos de deforestación que se están llevando a cabo en las zonas húmedas porque significan más inundaciones y aluviones.
¿Es optimista sobre el desarrollo sustentable en Argentina?
Lo mío es un pesimismo activo. Toda situación es empeorable, de modo que se requiere acción ciudadana para que no empeore tanto y que tal vez algunas cosas mejoren. Digamos que si no hubiera problemas en esto, uno se ocuparía de otra cosa. La sociedad acepta que no hay que vender a personas como esclavos, que las mujeres deben votar, que haya leyes escritas y no que un rey asigne condenas, que es bueno que todos sepamos leer y escribir; todos esos fueron problemas en otro momento y hoy están encaminados. Toca ocuparse de los que no lo están.
Cuando una sociedad piensa algo en términos de 100 años, le es más fácil incorporar valores ambientales.
¿Hay algún país que tenga una relación con la naturaleza más sana, un desarrollo que podría considerarse sustentable?
Cada país tiene sus logros, sus avances y retrocesos. En general, los países que han tenido participación ciudadana en la toma de decisiones han atenuado bastante los impactos ambientales. Finlandia, por ejemplo, explota para madera sus bosques naturales, no tiene bosques implantados sino que, sobre el mismo bosque natural, se sacan árboles y se plantan otros de la misma especie. En esas áreas hay un turno de corte cada 100 años; porque es un país muy frío y los árboles crecen lentamente. Cuando una sociedad piensa algo en términos de 100 años, le es más fácil incorporar valores ambientales.
Inspirado por las ideas de Elio, Félix Busso eligió imágenes de sus viajes en bicicleta por la región pampeana para acompañar sus retratos del historiador.