Ofrenda
NOTAS SOBRE OFRENDA POR ANDREA PUCHETTA Y SERGIO SUBERO
El cielo está en el río, y el río parece un cielo azul y profundo.
Ofrendarle flores a la aurora. Abrimos los ojos justo cuando empezó a clarear y nos quedamos inmóviles en el piso de madera sintiendo cómo girábamos de a poco hacia abajo y todo cambiaba de colores y seguíamos girando y girando. Cuando apareció la enorme bola de fuego nos quedamos en silencio pensando en las ofrendas pero no tuvimos fuerzas para salir.
Caminamos con paso seguro hacia nuestra tarea con 48 grados bajo el sol del mediodía.
Andrea fue nuestra guía moribunda. Caminó hacia el río para que la siguiéramos. El camino que siempre se jactaba de mostrarnos, ese día se parecía al infierno. Sólo quería apurar el paso, llegar hasta el río y hacer eso que había que hacer. De a poco nos fuimos alejando de la gente.
Charo encontró su ofrenda en algo oscuro, era de una forma que tiene todo lo que todavía no nació en este planeta. Una semilla, un riñón, un huevo. Él hace algo con las manos cada vez que quiere mostrar algo que me recuerda a que todos somos niños. Luz dijo que se llamaba Oreja de negro y que había que tirarla al agua.
La niebla avanza lenta y en silencio. Como un fantasma aparece un gigante barco carguero, flotando, desapareciendo y apareciendo. Titilando. El río es un telón oscuro.
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El sendero está rodeado de pastos altos y muchas flores. Siempre hay mariposas y olor a manzanilla. Al caminar unos metros aparecen montones de pájaros y la ciudad queda muy lejos.
Al levantar la mirada se abre ante nosotros el inmenso Estuario Del Plata, siempre distinto, siempre en silencio, cada día de colores únicos, muchas veces brillando, muchas veces oscuro y triste, siempre enigmático.
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Habría que ver qué significa ser mejores.
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Una hoja de Ambay puede llevar encima suyo una hoja de Ginkgo, una Campanilla, una flor del Ceibo. Al apoyarlas sobre el agua, se van flotando.
La danza.
Mientras la luz del sol oxidaba el hierro empecé a mover las piedras y sus sombras. Me hipnotizaron las marcas de esos movimientos.
Para Teilhard De Chardin, al situarnos frente a las pinturas del hombre paleolítico “lo que descubrimos verdaderamente es nuestra propia infancia, nos descubrimos a nosotros mismos porque advertimos las mismas aspiraciones en el fondo de las almas”.
Parece el rumor del mar. Sopla el viento sobre el río.
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Al sol del mediodía me quedé mirando un alga marina sobre una hoja pintada con los químicos. Al principio el fondo era amarillo fosforescente, después verde, después grisáceo. El contorno del alga se intensifica. Es azul. Es una isla.
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Ahora rema con suavidad, pero tan silenciosa, tan lentamente como si no quisiera avanzar.
Ofrenda por momentos se enciende, se apaga y una tarde que pasa relampaguea como un espíritu que siente su hogar en el agua.
OFRENDA ES UN TALLER QUE EXPLORA LAS POSIBILIDADES GRÁFICAS Y CREATIVAS DEL CIANOTIPO.
LA CIANOTIPÍA ES UNA TÉCNICA ANTIGUA Y ARTESANAL DE COPIADO DE IMÁGENES QUE UTILIZA SALES DE HIERRO Y LUZ SOLAR, QUE AL COMBINARSE FORMAN UNA ASOMBROSA COLORACIÓN AZUL PRUSIA.