Paisaje Interior
HOMENAJE A MARÍA LUISA ORENSANZ
TEXTO DE CAROLINA URRESTI. FOTOGRAFÍAS DE MARQUITOS SANABRIA Y DEL ARCHIVO PERSONAL DE LA FAMILIA ORENSANZ.
Para empezar no hay nada como detenernos, darnos la vuelta y mirar hacia atrás. El pasado, lo vivido, lo heredado, lo transitado, lo escuchado, lo observado, lo compartido, no conforma un espacio de añoranza, sino que va modelando nuestros pies para orientar la dirección de nuestras pisadas.
Celebro la memoria y la historia, para poder proyectarnos al futuro. Por eso, augurando un futuro promisorio a Aurea, vuelvo la mirada hacia mi infancia.
CASA DE MARÍA LUISA Y JOSÉ MARÍA ORENSANZ, HOY BALCÓN DE LOS SANTOS.
Mis veranos desde que nací transcurrieron en las playas de Santa Clara del Mar, localidad de la costa atlántica bonaerense a 18 km al norte de Mar del Plata. Mi padre la soñaba la “Punta del Este” Argentina, un futuro de brillo para esas tierras arenosas, ventosas y secas. Pura ilusión.
Santa Clara del Mar dejó sus huellas en mí, marcas que se inscriben en mi cuerpo. Hoy no sería yo sin esos veraneos bonaerenses, sin ese peregrinar por la ruta 2 todos los diciembres.
Mis abuelos paternos llegan a ese pueblo de la mano de José María Orensanz, quien lo fundó como un loteo costero y su mujer María Luisa, la mejor amiga de mi abuela Beatriz.
Todo se va desmenuzando al mirar hacia atrás y ahí aparece con más fuerza la imagen de María Luisa Barreiro de Orensanz (18 de Enero de 1919 – 11 de febrero del 2006), a quien quiero homenajear desde este espacio.
MARÍA LUISA EN DIFERENTES VIAJES Y ÉPOCAS DE SU VIDA. MUJER CHIQUITA, AUSTERA, SERIA Y AGUERRIDA, QUE ME SIGUE SORPRENDIENDO AL INDAGAR EN SU VIDA.
María Luisa se casa en 1944 con José María y juntos harán una dupla poderosa. En 1951 fundan la primer escuela primaria de Santa Clara del Mar y en 1953 ABC Escuela de Arte Escénico en Mar del Plata. José María dirigía las obras de teatro, mientras María Luisa diseñaba y realizaba los vestuarios. Veo hoy los bocetos y figurines que María Luisa dibujó y pintó y recuerdo mis entregas en la FADU. Y es un nuevo hilo que me conecta con la historia de ella, a quien siempre de niña miraba desde abajo con respeto y curiosidad.
José María falleció antes que yo naciera, por eso para mí ella siempre fue el alma mater del “Centro de Artesanías Americanas” y de “La Posta del Ángel”. Este espacio fue inspiración de él con el propósito de coleccionar todo tipo de trabajos artesanales e indígenas de América Latina, rindiéndole homenaje a un patrimonio cultural único.
Mis recuerdos en ese lugar son sobre todo sensoriales. La música brasilera y la bossa nova omnipresentes, acompañaban siempre el ingreso al salón de exhibición. Indagando en la historia del lugar, me encuentro con una reseña que menciona los lunes del verano de 1971, cuando Vinicius de Moraes, Toquinho, María Creuza, María Bethania y Chico Buarque cantaban en el lugar. No por nada, esa misma música es la que suena en mi hogar. La semilla musical germinó después de tantas tardes de lluvia ahí, y aún hoy al escucharlas me trasladan a ese tiempo.
MARÍA LUISA EN EL CENTRO DE ARTESANÍAS AMERICANAS Y ALGUNOS DE LOS SALONES DE EXHIBICIÓN Y VENTA.
El espacio que cobijaba a la colección de más de 3000 piezas, era una casona de corte colonial, rodeada de limoneros y durazneros. Jardines frondosos que visitábamos con mis primos para jugar a las escondidas y robar frutas del suelo.
Los olores de la cestería de ysypo, pindo, tacuara, guembé, mezclados con el aroma a palo santo, lana cruda y humedad del lugar, le daban un sentido narcótico a la recorrida por los salones. Y también se instalaba el miedo, personificado en máscaras de diablos provenientes de los carnavales de Bolivia, admiración por los vestidos típicos mexicanos y ensoñación que navegaba en las balsas de madera y redes de pesca de comunidades del Amazonas.
CASA DE MARÍA LUISA Y JOSÉ MARÍA ORENSANZ,
HOY BALCÓN DE LOS SANTOS.
Ese lugar fue único. Buenos Aires siendo una ciudad tan cosmopolita carecía y carece de un lugar como el “Centro de Artesanías Americanas”. Detrás de los salones de exhibición, que contaban con vitrinas para aquellas piezas más delicadas y únicas, se encontraba el espacio de venta y comercialización.
Rastreando notas publicadas , en 1979 María Luisa expresaba lo siguiente: “los elementos que tenemos, han sido realizados en la época actual y se trata de piezas de utilización funcional. Seleccionamos cuidadosamente las artesanías y realizamos una tarea de fichaje que incluye orígenes, detalles diversos, medidas y una fotografía del elemento
Todas las piezas eran adquiridas a los artesanos directamente en los viajes que realizaban por Latinoamérica. Vía terrestre, atravesando ríos, desiertos, caseríos, uniendo puntos en mapas y guiándose por las indicaciones de los pueblerinos.
FOTOGRAFÍAS DE LOS ÁLBUMES PERSONALES DE MARÍA LUISA, QUE TESTIMONIAN EL RECORRIDO LATINOAMERICANO.
Hace un par de años, de manera fortuita, me tope con los álbumes fotográficos que ella armaba y me deslumbraron. No sólo por la calidad de las fotografías, cierta temporalidad de un tiempo que ya no vuelve, sino también por el registro casi de diario íntimo.
Volví a sentir ese hilo invisible que nos conecta con ciertas personas, yo también tengo mis álbumes fotográficos aún en esta época de puro material virtual. Gracias a la generosidad de Juancho, el hijo de María Luisa, hoy esas imágenes ilustran esta nota. Son testigo fiel de la vida de muchas comunidades aborígenes, del hacer de artesanos, de los procesos de creación del arte popular. Sirven también de homenaje a artistas populares que ya no están y son testimonio casi antropológico de comunidades aborígenes de nuestra América.
DETALLES DE LOS ÁLBUMES FOTOGRÁFICOS DE MARÍA LUISA, CEDIDOS POR SU HIJO JUANCHO.
Desde este espacio, mi compromiso y objetivo es colaborar en la visibilidad, difusión y dar a conocer el arte popular de América Latina. Sus técnicas, materiales, formas y fundamentalmente a los protagonistas. Quienes a través de las manos, del hacer, plasman tradiciones, creencias, mitos, saberes ancestrales, que son de nuestra tierra.
Ese “iluminado y bendito” lugar cerró sus puertas para siempre en plena crisis del 2001, el sueño de María Luisa y José María quedo trunco. En mí se convirtió en un paisaje interior.
Paisaje musicalizado por voces que cantan en portugués, y donde los hombres y mujeres que lo habitan hablan desde las manos, el silencio, la tierra. Y mirando ese “paisaje” el hilo que me conecta con María Luisa se vuelve una fibra fuerte, vegetal, natural.