Muros que hablan
RODOLFO BARDI. MURALISTA DEMOCRÁTICO.
“Las calles de Buenos Aires tienen ese que se yo…..”
Y algunos muros de los edificios de la ciudad tienen ese que será.
Rodolfo Bardi (9 de julio de 1927-13 de febrero de 2001) realizó cerca de 400 murales en halls y entradas de edificios de la ciudad, entre 1960 y 1980 en diferentes barrios capitalinos (Balvanera, Nuñez, Belgrano, San Telmo, Flores, Caballito, Almagro, Parque Chacabuco, Palermo, Liniers) así como en la zona norte de Buenos Aires.
Valeria Bardi, su única hija mujer es quien, a través de una página de Facebook y de un blog, testimonia, cataloga y difunde de manera amateur el trabajo de un artista que debería estar reconocido por su invaluable obra. Es ella quien, por medio de esta entrevista, nos permite acercarnos al modo de trabajar, proyectar y crear de Rodolfo. Muros que nos hablan en voz baja, sin estridencias, conviviendo en armonía con la arquitectura que los enmarca.
Con el afán de la “modernidad”, muchas reformas llevadas adelante por consorcios desinformados, han silenciado la obra de un gran muralista. Muchas veces demolidos, otras veces tapados por capas de cemento y pintura. Tal vez después de ver las imágenes que ilustran esta entrevista descubras que hay un Bardi cerca de tuyo y puedas participar en la puesta en valor y recuperación del muralismo de una época.
¿Cómo se formó tu padre como artista plástico?
Mi padre comenzó a dibujar desde niño. En la década de 1930, cuando tenía 7 años, iba al taller de su tío, el artista plástico José Bardi, para aprender a pintar. A los 13 años ingresó a la “Escuela Preparatoria de Bellas Artes Manuel Belgrano” y luego continuó en “Escuela Superior de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón” donde se recibió de Maestro Nacional de Dibujo y Pintura en 1951, a los 25 años. Durante la década del ’50 pintaba cuadros sobre tela. Formó parte del “Grupo Joven”, integrado por Víctor Magariños, Miguel Ángel Vidal y Eduardo Mc Entyre, entre otros.
Como pintor de caballete obtuvo varios reconocimeintos y premios. Fue seleccionado para participar con cinco pinturas en la V Bienal de San Pablo (BRASIL) en 1959, donde obtuvo una mención de honor.
UNO DE LOS PRIMEROS MURALES. 25 DE MAYO 876. VICENTE LÓPEZ.
¿Cómo comenzó tu padre a hacer murales?
En 1960, con 33 años, se casó con mi madre Mabel Barcos. Vivían en la casa de la infancia de mi padre en Vicente López. Al poco tiempo nacieron sus hijos Martín (n.1962), yo (n.1963) y Hernán (n.1968). La pareja se sostenía económicamente con el trabajo de mi madre, profesora de Literatura, y con la venta de los cuadros. Sin embargo, la venta de las pinturas no resultaba suficiente para mantener a la familia. En 1960 Bardi le ofrece a un amigo y vecino, el Arquitecto Alejandro Antonio Mauny, realizar un mural en el edificio de estilo modernista que estaba construyendo en Jean Jaurés 983 en el barrio de Balvanera. Mauny acepta el ofrecimiento y contrata la realización del mural. Y quedó tan satisfecho con esta obra que luego le encargó otra, de mayor tamaño en 25 de mayo 876, Vicente López, para decorar el exterior del ingreso a la cochera.
El éxito de estas primeras obras, hizo que este arquitecto y otros lo siguieran convocando para realizar nuevos murales en halles y accesos de edificios, como decoración para el estilo desprovisto que representa el modernismo. Realizar los murales se convirtió desde entonces en su fuente de ingresos y sustento para esposa y sus tres hijos.
DE IZQUIERDA A DERECHA: BAUNESS 2163. DETALLE DE OLAZÁBAL 5105.
¿Qué recordás de niña cuando tu padre hacía los murales?
Recuerdo a mi padre saliendo a trabajar a las obras en construcción a realizar los murales. Salía muy temprano a la mañana y regresaba a la noche. Tengo un recuerdo lejano de los 6 o 7 años de haberlo acompañado a visitar a un posible cliente. Fuimos a una casa donde le pidieron hacer un mural en “living”. Mi padre rechazó este ofrecimiento explicando que solamente aceptaba hacer murales en obras en construcción y en lugares visibles desde la calle.
Esta anécdota hoy la resignifico porque entiendo que mi padre quería que su obra fuera apreciada por la gente que entraba al edificio y también desde la calle, para darla a conocer a un público amplio. No le interesaba hacer murales dentro de casas particulares con poca circulación de espectadores.
Mi padre solamente aceptaba hacer murales en obras en construcción y en lugares visibles desde la calle.
¿Eran testigos del proceso de creación de los murales?
Mi papá realizaba los murales siempre en obras en construcción con los materiales de obra: cal, arena, cemento. Trabajaba in situ, sobre los muros vírgenes sin revoque. A veces lo ayudaba un albañil en la preparación de las mezclas. Nunca nos llevaba a mis hermanos ni a mí a las obras, supongo que por razones de seguridad.
Cuando pasábamos caminando o con el auto por algún edificio con un mural ya terminado nos lo mostraba. Un ejemplo es la heladería Flamingo de Vicente López. Ahí tomábamos helado y veíamos la obra realizada. Actualmente fue retirado.
¿Sus motivos siempre eran abstractos?
En la decáda del 50 mi padre perteneció al movimiento de arte geométrico y la mayoría de sus murales tenía motivos abstractos. Entrada la década del 60, también realiza obras figurativas. Tenía una formación académica y dominio de las leyes de composición. Las obras figurativas tienen como motivos la familia, caballos y palomas. Imagino que los arquitectos que lo contrataban le solicitaban estos temas, dado que son edificios de vivienda familiar.
Cuando hacía un mural de “La familia” siempre retrataba a nuestra propia familia. Hay varios murales en donde estamos mi madre, mi padre, mi hermano mayor Martín, mi hermano menor Hernán y yo. Hay un mural de 1968 donde estoy retratada de niña, cuando tenía 5 años. Ahora tengo 55 y me emociona ver mi imagen de niña, junto a mi familia, en un muro de Buenos Aires.
Cuando hacia un mural de “La familia” siempre retrataba a nuestra propia familia. Ahora tengo 55 años y me emociona ver mi imagen de niña, junto a mi familia en un muro de Buenos Aires.
“LA FAMILIA”, MURAL EN VIRREY LINIERS 199. BOCETO, MAQUETA Y VERSIÓN FINAL.
¿Cómo era el proceso desde el boceto hasta la obra terminada?
En primer lugar realizaba varios bocetos que presentaba al cliente para su elección. Luego hacía maquetas de yeso de un tamaño aproximado de 30 x 20 cm. Una vez aprobados los diseños por el contratista, hacía el mural durante la construcción del edificio en la pared asignada.
¿Qué sabés acerca de cómo trabajaba con el espacio?
Cuándo era convocado, el arquitecto le asignaba uno o varios muros a trabajar. Bardi decidía el motivo y la forma en relación al lugar donde estaba.
En la mayoría de los casos los murales se ven a través del vidrio del hall, ya sea que estén en muros paralelos o perpendiculares a la calle. Siempre son referencia e identitarios del edificio en cuestión. Algunos murales fueron realizados en la pared exterior, de entrada al garage.
¿Proyectaba el mural a la par que se diseñaba el edificio o era un complemento posterior?
El diseño del edificio tenía contemplado que se iba realizar un mural. Bardi lo ejecutaba durante la obra. La técnica era la ejecución in situ con materiales de lo obra, cemento, cal y arena más cobre, óleo y barniz que el llevaba y aplicaba.
Mi padre realizó cerca de 400 murales entre 1960 y 1980 de manera ininterrumpida. En esos años era habitual que los edificios contaran con un mural en el hall o acceso. Esto cambió cuando los murales pasaron de moda.
Mi papá realizaba los murales siempre en obras en construcción, con los materiales de obra: cal, arena, cemento.
PALLIER. OLAZÁBAL 5360.
¿Con qué estudios de arquitectura y arquitectos trabajaba?
Trabajó con muchos arquitectos, por ejemplo los arquitectos Mauny, Kaufman. Con la constructora Lamaro realizó cerca de 50 murales, lo convocaban en todos sus desarrollos inmobiliarios, siendo su principal fuente de trabajo durante varios años.
¿Cuánto tiempo le demandaba la realización de un mural?
En 1983 mi padre sufrió un ACV que dejó como secuela una incapacidad motora que le impidió continuar trabajando. Un tiempo después, en 1995, se vendió la casa de mi abuela materna en Vicente López, en cuyo fondo estaba su taller. Cuando vaciamos su taller me llevé varias valijas con dibujos, agendas, cuadernos, cuadros, maquetas, etc. a mi departamento para poder ordenar y clasificar.
A medida que ordenaba sus papeles, encontraba las direcciones de los murales. Hasta ese momento yo desconocía la magnitud de su trabajo, sólo conocía un puñado de sus obras. Se despertó la curiosidad en mí y comencé a visitar esas direcciones que figuraban en las viejas agendas con mi cámara de fotos. A cada dirección que acudía encontraba un mural nuevo, desconocido para mi hasta ese momento. Fue muy emocionante hacer esa primer recorrida. Desde hace 24 años que organizo este catálogo, tengo registrados y fotografiados 300 murales que se encuentran en el blog y la página de Facebook donde los publico para darlos a conocer.
Hacer la catalogación me permitió observar que en algunos años, por ejemplo 1967, realizó cerca de 15 murales y, a fines de los 80, solamente 3 o 4. Me imagino que la cantidad de murales dependía de la demanda, de la “moda” de hacer murales en el hall de entrada. También supongo que trabajaba simultáneamente en varios.
¿Cuál es el primero?
El primer mural identificado de gran tamaño es el de 25 de mayo 876, en Vicente López, fechado en 1962. Es abstracto, con formas geómetricas puras. Está en buen estado de conservación y se puede ver desde la calle.
El último creo que es el que se encuentra en Migueletes y Pampa, fechado en 1983. Ese año mi padre se enfermó y dejó esa obra inconclusa. La terminó mi hermano mayor.
ARRIBA: MENDOZA 3282. DE IZQUIERDA A DERECHA: 25 DE MAYO 876. JEAN JAURES 983.
Más allá de la necesidad económica que lo llevó a dedicarse a eso, ¿cómo describía él su trabajo en la intimidad? ¿Qué recuerdos de él y su obra querés mencionar?
Mi padre se dedicó al arte desde su infancia. Comenzó a pintar desde niño. En su juventud pintó cuadros sobre tela y luego comenzó a pintar los murales como expresión artística y como sustento económico.
Mi recuerdo de él es siempre dibujando, esculpiendo o pintando, todos los días de su vida, incluso en vacaciones hacia esculturas de arena en la playa o tallaba algún trozo de madera. Es decir, como artista, sentía la necesidad de expresarse plásticamente siempre.
Mi padre falleció en el 2001. Actualmente camino por Buenos Aires y me encuentro con sus murales. Voy a visitar los murales con mi marido y con nuestros tres hijos, para que conozcan la obra del “Abuelo Rolo”. Para mí su recuerdo está muy presente porque a diario me encuentro con sus obra, cuando voy a mi trabajo, cuando voy a pasear, cuando voy a la casa de una amiga. Cuando me encuentro con un mural es como si mi padre me hiciera un guiño… Su trabajo se encuentra en cerca de 300 edificios de diferentes barrios de la ciudad de Buenos Aires. Es una obra vasta y bella pero no reconocida todavía por el mundo académico del arte.
¿Hay algún relevamiento hecho de los murales para preservarlos de la mamía embellecedora de los consorcistas?
El relevamiento es el que hice yo de manera amateur, sin ningún apoyo institucional, académico ni económico. Lo hago desde hace años y lo vuelco en el sitio de internet. En el año 2015 solicité al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a la Dirección de Patrimonio, que pongan los murales bajo protección patrimonial. Afortunadamente escucharon mi pedido y hoy los murales no pueden ser demolidos por los consorcios. Es una acción aislada, pero es un comienzo para preservar su obra mural.
Mi gran sueño es poder publicar un libro catálogo con un estudio teórico, con fotografías, que quede a disposición del público y de los estudiosos del arte argentino. Estoy en contacto con la Dra. Critstina Rossi (CONICET – UBA) y la Dra. Cecilia Beleg (CONICET – UNTREF), reconocidas académicas del arte argentino del siglo XX. Ambas están interesadas en estudiar la obra de Bardi. Sin embargo, todavía no he logrado conseguir el aporte económico de una beca o subsidio para llevarlo a cabo.
Difundir la obra de Bardi va a colaborar para que los vecinos y consorcios valoren y preserven sus murales.