DELTA
“Cada vez que se escribe sobre el Delta, la triple asociación de las palabras isleño-fruta-canoa produce en el lector no informado la impresión de que el articulista se dispone a tratar los problemas de una región extraña, donde el hombre aún vive en estado primitivo” cuenta Roberto Arlt al comienzo de una de sus Aguafuertes Deltianas. A continuación se despliegan, como islotes perdidos, obras inspiradas por el misterio magnético de este universo flotante.
1.
El dominio del delta se muestra tan vasto como impreciso. Forma la llanura de inundación del río Paraná, válvula de seguridad que adoptan los grandes ríos para amortiguar el exceso de carga hídrica (todo isleño es capaz de conmemorar o lamentar en la pared la altura indeleble de la peor crecida). Se sabe dónde termina el delta – afirman unos- pero es difícil decir dónde empieza, puesto que las islas remontan largamente el Paraná. Otros, por el contrario, dan por cierto su origen sin arriesgar un final. Para Sarmiento -prócer de la épica insular- el delta parecía no tener fin, o al menos no lo merecía. Aguas abajo, donde falsamente se cree que se extingue, la vida de las islas prosigue en el tálamo del río, nutriéndose del limo andino del Bermejo, mientras que al ras del agua se dibujan los mapas y miden las mareas y los vientos. Los bancos del Río de la Plata son las islas que esperan al delta del futuro, cree Sarmiento: “En pocos siglos más Buenos Aires habrá dejado de ser puerto, y porteños se llamarán sólo aquellos que pueblen Ensenada”.
CASA EN EL TIGRE, HORACIO BUTLER
EL TIGRE, CARLOS BARBERIS
«El río es espléndido y el hombre se siente misteriosamente atraído por él. Esto es todo lo que se puede decir. Ese hombre se detiene junto a sus aguas y observa la susurrante vastedad con cierta nostalgia, como si hubiera extraviado algo muy querido y absolutamente primordial en medio de este río semejante a la eternidad.
Eso, tal vez, lo induce a pensar que el río es bueno. Pero lo cierto es que, en el fondo, más a menudo este río parece endiabladamente astuto y torvo y hasta ruín.
Sus hombres, los hombres de este río, este hombre que ahora observa las aguas con sus ojos de pez moribundo suspendidos sobre ellas como dos espejuelos suspendidos del aire, son en todo semejantes a él. Por eso todavía sobreviven. Por eso parecen tan viejos y lejanos y solitarios.
No aman al río exactamente, sino que no pueden vivir sin él. Son tan lentos y constantes como el río. Y sobre todo, son tan indiferentes como el río. Parecen entender que ellos forman parte de un todo inexorable que marcha animado con cierta fatalidad».
FRAGMENTO DE LA NOVELA “SUDESTE”
DE HAROLDO CONTI
FULMINANTE
Max Gómez Canle
Comencé este proyecto investigando sobre la historia iconográfica del Tigre, especialmente la referida al Delta, y los artistas que allí trabajaron representando el paisaje local. Fue asi como llegué a conocer en el Museo de la Reconquista la hermosa y delicada pintura de Antonio Somellera (al que podríamos describir como una especie de Cándido López naval) que retrata la explosion del vapor depósito torpedero Fulminante (parte de la Escuadra de Sarmiento) en el apostadero del Río Luján en 1877. En esta obra se puede apreciar en detalle el hongo que generó la explosión, visible a varios kilómetros según las crónicas de la época, y la lluvia de esquirlas de hierro que cayó varias cuadras a la redonda. Los restos oxidados del naufragio quedaron allí durante casi 40 años.
Esta obra, desconocida para mí hasta entonces, es la que articuló el resto de mi investigación que involucraba los trabajos de Prilidiano Pueyrredón, Carlos Barberis y Horacio Butler, que por distintos motivos yo había elegido, pero principalmente porque me permitían hacer un recorrido amplio de la historia del arte argentino y a la vez del Delta.
Tomando a estas obras como túneles o portales entre ficción y realidad, la explosión del barco funcionó para mi como un Big Bang, y como el río se ramifica en el delta, los relatos y ficciones se desplegaron desde este evento original, colapsando y entremezclando pasado, presente y futuro, lo verídico y lo fantasioso. La pintura como un fluido que en su superficie revela mundos ocultos.
Por las enredaderas de madreselvas suaves me escoltan las canciones de agradecidas aves, y tienes que escucharme: no en vano habré escuchado la voz de las sirenas del barco acaudalado. Si quedas algún día sin mí, yo temo Tigre que cambies y que mi alma buscándote transmigre y no te encuentre nunca. No quiero otro lugar de interminables playas, de rocas hasta el mar, no quiero en San Isidro barrancas, ni en Olivos, donde se ven de lejos los barcos fugitivos. Cantidades de cielo te dan agua rosada, durante muchas horas la misma agua admirada parece hecha de tierra si no intervienen albas o tardes donadoras de curativas malvas; a veces he dudado que tu agua sea de agua, que pueda naufragar mi cuerpo o la piragua, y tienes que mostrarme flotando por tus cauces, para saberte de agua, las ramas de los sauces.
…
Me encuentro cada día más habituada al puro recuerdo. Por tu acuática floración te conjuro: con islas empalmadas y con pequeñas selvas, con remos y recreos, oh Tigre, cuando vuelvas y ya nadie me vea buscando tus paisajes, no inventes laberintos. Encontraré pasajes hasta el río Luján, cruzaré el Abra Nueva como en el paraíso la deslumbrada Eva, me internaré en arroyos, como entre dos cristales. Que no te falte nada, ni un canto de zorzales, ni la podrida fruta, ni el negro caracol con su inmundo secreto que al sol es tornasol, ni tu íntima pobreza de ranchos sostenidos en lo alto por estacas, ni tus líquidos ruidos, tus sapos y murciélagos que estremecen tus noches tibias como invernáculos, ni tu ausencia de coches. Que no te falten lanchas, la soga que se anuda, ni el desembarcadero con mi sombra desnuda, ni días de regatas y solitarios gritos, no, ni los esplendentes ocasos con mosquitos.
FRAGMENTOS DEL POEMA
«PLEGARIA DE UNA SEÑORA DE TIGRE»
DE SILVINA OCAMPO
GRABADO DE DELFINA ESTRADA (FÁBRICA DE ESTAMPAS)
LA CASA
UN CUENTO DE MARIO LEVRERO Y UNA CASA MÍTICA EN EL DELTA DEL PARANÁ CONSPIRAN PARA DAR FORMA A ESTE FILM DE PAOLA MICHAELS, COMO DOS PIEZAS QUE SE COMPLEMENTAN AUNQUE SIN GUARDAR NECESARIAMENTE UNA TOTAL SINCRONÍA.
2.
“Los nativos o verdaderos pobladores diferencian al isleño -el que nació y reside en el Delta- del “islero” ocasional, el que anda de paseo, el habitante urbano que frecuenta su casa de fin de semana en la isla. Es verdad que en los extremos del Delta y en los grandes ríos existen algunas islas con nombre oficial, pero son excepciones; la mayor parte de las islas no ha obtenido más identificación que la que corresponde a lo más vasto de su naturaleza: son islas; islas del Delta. Un isleño y su palafita son la propia isla. Uno se va a la isla y quiere decir que se va a su casa. Dos vecinos, por muy próximos que se hayan establecido, viven cada uno en su isla. El nombre concierne a la naturaleza de quien la posee y la habita: Utopía, Loma Hermosa, El Deseo, El Ensueño, Bonanza, Paradiso, Paititi, Plenitud, Buena Esperanza. Hay islas que son escalas sentenciosas: Dejá vivir, Aquí estamos. Cuando se vende una casa en el Delta, o se transfiere una embarcación, aconsejan no cambiarle el nombre: aseguran que trae mala suerte”.
3.
En el Delta, como en Venecia, la mayoría de las islas carece de nombre. Los nombres del agua prevalecen, los de tierra importan poco. Islas que se contraen, que se dilatan, que están, que no están. Dioses telúricos que se prosternan ante una corte de nereidas y tritones. A la hora de embarcar, es el nombre de los ríos el que orienta el rumbo de los barcos. Como las islas griegas, ellos consienten su cortejante diminutivo: Espera y Esperita, Guazú y Guazucito, Toro y Torito, Naranjo y Naranjito (imposible nombrarlos a todos). El Paranacito, no obstante, nada debe al Paraná, lo apadrina el Ibicuy en época de crecientes. Cuando el sufijo no alcanza, se echa mano al circunloquio: Brazo Largo y Brazo Chico, Mosquito y Mosquito Grande, Estudiante y Estudiante Chico.
4.
DE ISLAS FLOTANTES
Se menciona al camalote como planta acuática americana, pero más comúnmente en nuestros ríos, al conjunto de esas plantas y de otras enredaderas flotantes que se juntan para ser arrastradas por la corriente. Las hojas del camalote suelen usarse en la campaña para el dolor de cabeza y fiebres, aplicándolas sobre el cerebro del paciente: los gauchos en sus largos viajes de verano, al pasar por un arroyo arrancan una de esas hojas y las colocan dentro del sombrero, asegurando que así disminuyen la fuerza de los rayos solares. En las guerras civiles del Uruguay, las grandes masas de camalotes han salvado muchas veces la vida de los derrotados, pues cuando se veían perseguidos, se arrojaban al agua y se ocultaban debajo, hasta que se alejaba el enemigo. Con las hojas del camalote hace el gaucho un vaso natural cuando siente necesidad de apagar la sed en algún río o laguna.
PINTURA DE ADRIÁN PAIVA
La tierra del aluvión sustentada por los camalotes aumenta su espesor con la vegetación, formando embalsados o islas flotantes que van cegando los arroyos. Al arroyo perdido se lo adivina por los albardones que corren en sus márgenes y por las ondulaciones que se producen en la superficie de la isla cuando el manto flotante es sometido a fuertes movimientos. El escritor Lobodón Garra confirma un experimento: introduciendo un palo capaz de atravesar el espesor de la isla se pierde en la profundidad del agua que la sustenta. La isla se deja crecer en ceibos y sauces y a veces resiste el peso de un tractor. La isla no navega sino que fluctúa según el nivel del agua. Cuando se abrió el canal del Gutiérrez al Brazo Chico y se descubrió que el arroyo Tirolés que lo atravesaba estaba cubierto por un gran embalsado, hubo que remolcar la isla con cadenas hasta otro lugar, donde sirvió para rellenar una deprimida esquina fluvial*.
*LOBODÓN GARRA: RÍO ABAJO. EL DRAMA DE LOS MONTES Y LOS ESTEROS DEL IBICUY (EDICIONES DE LAS ISLAS, EDICIONES CINCO, BUENOS AIRES, 1994).
5.
LANCHA ALMACÉN
Embarcación chata y combada que navega entre islas según frecuencias, horarios y recorridos conocidos, llevando sustentos y provisiones de tierra firme, pronósticos y murmuraciones de todas partes. La lancha almacén o barco almacenero también se llamaba lancha carnicera, porque antiguamente había isleños que faenaban ganado en la isla y entregaban la carne a domicilio. Tradicionalmente se abastecían en el Puerto de Frutos del Tigre y solían regresar con genuinos productos de las islas, abarrotadas de frutos. Pero los muelles, hoy sofocados por la romería comercial y gastronómica de fin de semana, poco deben al encanto isleño y al ambiente marinero de otras épocas. Con precios más elevados, el servicio puerta a puerta encuentra sustento en la troca amable y en la urgencia insatisfecha, y de cuya subsistencia muchas veces depende el isleño.
Calandria, muelle, biguá,
luciérnaga, sol, colibrí,
fondear, remo, estacada,
sudeste, caña, azalea,
luna, atracar, marejada,
isla, camelia, marea,
bajante, ligustro, sauce,
jazmín, galería, bote,
álamo, repunte, cauce,
madreselva, camalote,
boga, bichero, glicina,
achira, pava del monte,
barro, tero, casuarina,
pilote, luz, horizonte,
hortensia, canoa, chajá,
junco, hamaca, camuatí,
chalupa, lirio, papiro,
zorzal, albardón, cuerpo,
LÉXICO ISLEÑO BÁSICO
POEMA DE ADELA BASCH
LAVANDERA EN EL TIGRE, 1900, ARCHIVO FOTOGRÁFICO DE LA NACIÓN
HORACIO BUTLER
7.
EL GRITO DE TODOS LOS ANIMALES
Los isleños más viejos guardan memoria del grito de todos los animales del Delta. En noches de invierno suelen reproducirlos prolijamente, y consideran de buen grado comenzar por las especies más dóciles. Los rodean sus hijos, sus nietos, el fuego. Es mala señal olvidar un grito, y pésima si se trata de una especie familiar. El ladrido de la nutria, por ejemplo. O el parloteo del cardenal. Por eso los isleños más viejos salen por las tardes a escuchar el bosque y a recobrar, para sus adentros, las voces conocidas. Para que la muerte no los sorprenda en falta. Para que no los deje guachos la voz que los guarda.
PAISAJE TRES BOCAS, TIGRE. PRILIDIANO PUEYRREDÓN.
*
LOS EXTRACTOS DEL 1 AL 7 PERTENECEN A: “ISLARIO FANTÁSTICO ARGENTINO”. OBRA ESCRITA POR SALVADOR GARGIULO, ALEJANDRO WINOGRAD, GONZALO MONTERROSO, ALBERTO MUÑOZ.