Unx suele despertarse ansiosx por capturar aquellos sueños especialmente intensos, emotivos, enigmáticos, rarísimos, esos que sentimos nos llegaron para darnos un mensaje a descifrar. Buscamos anotarlos, tratando de recordar los alucinantes detalles sin interpretar nada para mantener su pureza intacta. Buscamos contarlos, esperando que la reacción del otrx nos permita ver más allá de lo que nuestros ojos lograron captar.

Lucía Harari es artista y hace varios años que atrapa sueños ajenos para convertirlos en su material de trabajo. Recopila testimonios, videos, escritos y dibujos, articulando un catálogo de fantasías e ilusiones que incluye, por ejemplo, las diferentes formas en las que somos capaces de volar.

Hace varios meses que nuestras rutinas diarias se vieron profundamente modificadas a raíz de las medidas sanitarias para prevenir el contagio de COVID-19. Estamos encerradxs en nuestras casas, nuestras cinco cuadras a la redonda, nuestras redes sociales y en nuestras mentes.

Pero nuestras mentes son infinitas y nos hacen viajar por el pasado, el presente, el futuro, por otros mundos. Más aún cuando dormimos y nos liberamos de ciertos condicionamientos que nos restringen dentro de la lógica y la coherencia que creemos necesarias para vivir.

¿Cómo aparecen los sueños en tu camino artístico?

Hace unos años me acordé de sueños que había tenido muy realistas en los que volaba y me dio mucha alegría recordarlos y nostalgia darme cuenta que hacía mucho tiempo que no soñaba con volar, y a raíz de esto comencé a preguntarle a los que me rodeaban la relación que tenían con este tipo de sueños. Entrevisté a más de 50 personas, también les pedí que los dibujaran, y tuve la posibilidad de mostrar “No como Súperman”, un video de investigación sobre técnicas y escenarios para volar en 2015, invitada a una muestra curada por Cecilia Medina.

Sueños en cuarentena, surgió a partir de una transformación que percibiste en nuestra actividad onírica a partir del aislamiento? O ya intuías que el distanciamiento social iba a verse reflejado en las imágenes que nos llegan cuando soñamos?

Los primeros días de la cuarentena nos contamos sueños con varixs amigxs y me propuse retomar la investigación, empecé a pedir más sueños y les propuse dibujarlos. Me interesa el traspaso del relato verbal al gráfico, y también busco promover al dibujo como una herramienta que está al alcance de todxs.

¿Encontraste diferencias con los sueños que recopilabas anteriormente? ¿Cuáles son? ¿Qué cambios viste en los tuyos?

Si, porque son dos instancias diferentes de recopilación. Para Sueños en cuarentena la premisa es haberlos soñado durante este período de pandemia, y de todos los sueños que recibí durante este tiempo, ninguno tiene que ver con volar.

Estoy registrando lo que mucha gente está soñando en común y (además de las pesadillas por el miedo al coronavirus) se repiten muchos sueños con animales, especialmente elefantes y chanchitos bebé; varixs soñantes remarcan la brillantez de los colores, otrxs una sensación específica de amor de color azul; y también me llamó la atención que lxs niñxs están teniendo sueños militarizados, que creo deben estar relacionados con las noticias de la “guerra contra el Covid” que escuchamos en estos días. Estoy haciendo un video a partir de esto.

¿Hay algún relato/dibujo que te haya llegado que te haya provocado una emoción o reacción especial? ¿O que te interese puntualmente?

Si! Muchos son muy pictóricos, son como poemas. Carolina Mason soñó algo muy gráfico y poético, ella me contó que en su sueño se encargaba de pedirles a los demás que “sueñen con su propio bosque” mientras ella, a su vez, estaba en la búsqueda de su propia porción de bosque.

Me emocionó que ella se involucrara en sueños con el proyecto mismo, y me dió pie para seguir investigando sobre la simbología del bosque y la definición de la palabra dibujar, que viene de deboisser, que deriva de bois (bosque) del francés antiguo. Y me gustó que en su dibujo ella está de espaldas como una directora de orquesta (de sueños en este caso) y me dieron ganas de pintarlo.

Hay muchas teorías sobre la función que cumplen los sueños, algunas sugieren que es el espacio donde se afirman las experiencias del día, otras dicen que nos “limpian” la cabeza, que mientras dormimos estamos haciendo un backup de los recuerdos importantes y descartando aquella información que ya no nos sirve. Para vos, ¿cuál es la función de los sueños? Sobre todo en este momento tan particular.

Entiendo que médicamente los sueños son muy útiles aunque no los recordemos. Pero creo que cuando los traemos a la conciencia diurna los podemos usar simbólica y metódicamente para resolver problemas, para contactar con nuestro inconsciente y pintar o componer canciones, y también para atravesar momentos raros y difíciles como éste. Hubo una periodista, Charlotte Beradt, que recopiló más de 300 sueños unos años antes que empezara la Segunda Guerra Mundial. El libro que los reúne (publicado muchos años después) se llama El tercer Reich de los sueños y es un gran registro político e histórico a partir del mundo onírico de los ciudadanos alemanes de esa época. Mi proyecto es en parte un homenaje a ella.

¿Soñamos siempre o sólo cuándo podemos recordarlo? Y si lo recordamos, ¿qué proponés que hagamos con ese registro?

Personalmente me divierto soñando, creo que hay mucha potencialidad que se pierde si no nos tomamos el trabajo de recordarlos. Hay un momento fundamental para invocar los sueños, que se llama duermevela, es el lapso en que pasamos de estar despiertos a quedarnos dormidos, en el que podemos predisponernos para soñar poniéndonos en la horizontal (para que el sistema nervioso esté más disponible, sin tener que acomodarse a la fuerza de la gravedad como sucede en la posición vertical). Y un momento propicio para recordarlos es no levantarnos inmediatamente cuando nos despertamos. Todo esto lo estoy investigando asistida por un atril para pintar acostada en distintas posiciones.

¿Una última pregunta, por curiosidad… ¿Cómo volás en tus sueños?

Casi siempre salgo desde una terraza de un edificio alto, corro rápido para tener envión, pego un salto antes del borde y despego. Me quedo planeando un rato largo panza abajo con los brazos abiertos. Llega un momento que me doy cuenta de que estoy perdiendo altura y sé que hay un límite invisible, una distancia que no tengo traspasar porque sino no puedo volver a remontar, entonces empiezo a aletear con los brazos para recuperar la altura.

Voy pasando por distintos momentos anímicos: despegar con mucha adrenalina, después viene la estabilidad placentera de ir planeando, después la urgencia y el esfuerzo por no bajar, y casi siempre aterrizo en un bosque, y tengo que regular la bajada para aterrizar exactamente en un camino de tierra entre los árboles. Siempre es de noche.